autor : López Campillo 5 jun 2013

Es una cavidad de uso litúrgico realizada por el hombre en un peñón arenisco del municipio de Arroyuelos. Estuvo dedicada a San Acisclo y Santa Victoria. La roca en realidad es arena compactada en la que se aprecia gran número de cantos rodados, lo cual facilitaba el excavado y tallado manual con simples herramientas metálicas.
Su interior presenta dos plantas, con ábside y arco triunfal labrado en forma de herradura y tradición mozárabe. El ábside se completa con un banco corrido también tallado sobre la blanda roca. Sorprende la monumental columna. Unos escalones conducen a la segunda planta y a una especie de tribuna. Se aprecian huecos que debieron servir para fijar vigas y un suelo de madera que separaría ambas plantas.

En el exterior podemos conocer una necrópolis de unas 7 tumbas excavadas en roca, una de ellas con moldura para encajar la cubierta, y otra claramente infantil, orientadas con la cabecera hacia el ocaso.
Las iglesias rupestres de Valderredible suelen relacionarse con el proceso de repoblación del sur de la cordillera cantábrica hacia el año 800. La datación de la iglesia rupestre de Arroyuelos es controvertida, en torno al siglo X. Algunos autores relatan que iglesias excavadas como la de Arroyuelos cumplieron función litúrgica, también sirvieron como eremitorios apartados de núcleos de población (no es el caso de Arroyuelos). Finalmente, se apunta su función defensiva, ante la imposibilidad de acceder a su interior o ser incendiadas.
La iglesia es tal vez la más monumental de las iglesias rupestres que conserva Valderredible (y Cantabria). Su exterior impresiona y los vecinos estarán encantados de mostraros su interior. Es un buen ejemplo de la importancia de conservar el patrimonio histórico cántabro. La iglesia, y sus numerosos visitantes a lo largo del año, sin duda sirven para dar vida a la pequeña población.



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Espacio para la divulgación del patrimonio histórico cántabro. Funciona a modo de inventario de "hitos con historia" esparcidos por los valles, montañas y pueblos de la región, entre la prehistoria y la guerra civil: cuevas y abrigos prehistóricos, grabados post-paleolíticos, menhires y túmulos megalíticos, poblados castreños, estelas, campamentos romanos, necrópolis, ermitas rupestres, iglesias, retablos, torres medievales, fortalezas, casonas solariegas, escudos, batanes, ferrerías, molinos de marea y río, hórreos, faros, trincheras, nidos de ametralladora...
cachos de historia que sin duda merecen ser conocidos, valorados y preservados.

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